Saint Felicien, más de 50 años de historia

Cata de Saint Felicien cosechas 2004 y 2018 

La rica historia de una línea fundamental de Catena Zapata

Con la participación de Andrea Núñez y Ernesto Bajda, los Argentinos Wine Bloggers volvimos a ofrecer un nuevo #EncuentrosAWB virtual en el que no solo catamos dos añadas de Saint Felicien sino que, lo más importante, recorrimos su fructífera historia.  

Cuando se pregunta quién es el enólogo de Catena Zapata, la respuesta que se obtiene es Alejandro Vigil; pero quienes hemos visitado la bodega y la conocemos un poquito por dentro sabemos que junto a él hay un terrible equipo, en el cual es fundamental Ernesto (Nesti) Bajda, que entró a trabajar allí luego de haber hecho unas prácticas y recibirse de ingeniero agrónomo en diciembre de 2002, en la época que estaban Marcheschi y el Colo Sejanovich.

Por eso fue lindo saber que quien iba a contarnos la historia de Saint Felicien sería Nesti, porque además es bien sabido de su buen humor y carisma. Y él también se mostró entusiasmado: me gustó mucho la idea de hablar de Saint Felicien porque representa lo que somos ya que esta líneaen palabras propias de Nicolás Catena a quién consulté previamente para obtener datos, fue el puntapié inicial de todo lo que es Catena Zapata hoy;  incluso también para la vitivinicultura Argentina”.

La historia de Catena Zapata y Saint Felicien

El inmigrante italiano Nicola Catena plantó uvas de Bonarda y Criolla en 1902 en finca La Libertad del Este mendocino. Luego, fue su hijo Domingo Vicente Catena (de dónde viene el nombre de la etiqueta D.V. Catena) el primero en enamorarse de la uva francesa, el Malbec con el cual hacía un vino mezcla con Petit Verdot llamado “corte Buenos Aires” y, en una época en que se mandaba mucho vino a granel, el tinto Buenos Aires iba en barricas.

En 1963 nace la marca Saint Felicien y según recuerda Nicolás Catena el vino se elaboró con uvas Cabernet Sauvignon un poco del viñedo La Vendimia en Rivadavia, buena parte del viñedo Angélica en Lunlunta y otro poco de un viñedo de terceros del Valle de Uco.

En esa época Domingo Vicente empieza a hacerse cargo de la bodega, los vinos se hacían en toneles, era raro separar en varietal, incluso se mezclaban las cosechas y luego se hacían cortes de toneles. Ahí es cuando Nicolás empieza a probar vinos del mundo en Estados Unidos y se propone hacer vinos de esa talla.

Saint Felicien fue la primera etiqueta argentina que nombra el varietal en la misma, idea que Nicolás tomo de los norteamericanos. En 1982 se produce lo que en Catena llaman “la primera revolución“: Nicolás conoce a Robert Mondavi y comprende la importancia del uso de la tecnología tanto en el viñedo como en la bodega, las barricas, el acero inoxidable, etc. Fue Bodega Esmeralda la primera en tener tanques de acero inoxidable, porque hasta ese entonces era el vino se elaboraba bajo una escuela oxidativa.

 

En 1990 Catena sale al mundo y lanza sus vinos de exportación, con la marca Catena, que en su origen son las mismas uvas que están en Saint Felicien. La segunda revolución es ir hacia la altitud y finalmente, a fines de los 90 y a principios del 2000, Laura Catena empieza a orientar hacia la investigación científica.

El nombre Saint Felicien es porque entonces lo común era elegir nombres franceses y en homenaje a un amigo de Nicolás llamado Feliciano, que fue uno de los que más lo alentó hacer vinos de alta gama.

La modernidad de Saint Felicien

La cosecha 2004 empieza marcar el inicio de nueva etapa -influenciados por la segunda revolución de Catena- que representa más la primera zona de Mendoza, sumado al Valle de Uco.

Saint Felicien es la marca más tradicional de la familia pero a su vez una de las más disruptivas, en la cual se hacen cosas de experimentación que luego se elevan a gamas más altas, como fueron los vinos orgánicos, fume blanc, rosado o doux.

 

También, entre otras acciones, como vinos de ediciones de homenaje, se realizó un concurso de etiquetas en el museo Nacional de Bellas Artes que fue ganado por Clorindo Testa.

 

El estilo Saint Felicien

“Para respetar su historia en San Felicien permitimos, o incluso podríamos decir que nos obligamos, a que tenga bastante pirazina. Queremos que esté la pirazina, que sea más simple, más clásico. Si quiero especiado voy por D.V. o Angélica. También tratamos de trabajar lo más natural posible, volviendo al origen, como las uvas se manejaban antes”, explica Bajda.

 

“En cuanto el añejamiento, si se lo hace bien, el Cabernet Sauvignon está condenado al éxito. El mundo lo sabe eso. No es como con el Malbec que todos estamos tratando de entender hacia dónde va en ese sentido”.

“Somos uno de los pocos lugares del mundo donde hay Cabernet Sauvignon de zonas frías, y eso es porque acá la uva está 20 a 25 días más de tiempo en la planta que en otras zonas del mundo y es mayor la intensidad lumínica, lo que hace más fácil controlar los excesos de pirazinas”. 

“Nuestra tarea hoy es conocer mucho mejor lo que nos da cada zona, ser consistentes. En el mundo conocen el vino argentino un 70% gracias al Malbec, pero el otro 30% es lograr intensidad, perfume, aromas, suavidad y seguir buscando…”. El éxito de nuestros vinos pasa por lograr sorprender cada día a esos consumidores”.