¿Están suficientemente reguladas las etiquetas del los vinos? Bien sea por casualidad o deliberadamente, las siguientes etiquetas pasan desde la simple anécdota, controversia, polémica y hasta el delito. En cualquier caso, no han dejado indiferente a nadie.
1. ¿Queréis joder mi vino!
El joven Fabien Jouves es un enólogo de cuarta generación que produce una gama de vinos AOC biodinámicos en Mas del Périé, la finca de su familia en Haut suroeste de Cahors.
También produce un monovarietal de Jurançon Noir. Aunque el Jurançon Noir se planta comúnmente en Cahors, a partir de 1992 las directrices de denominación han dictado que no se pueden producir bajo la denominación AOC Cahors.
Por lo tanto, Jouves tuvo que etiquetar su vino Jurançon como vino de mesa. Esto hizo que el enólogo les dedicase una inspiradora etiqueta “You fuck my wine?!” (¿Queréis joder mi vino!).
2. Punto G
Otro joven enólogo francés, France Gonzalvez, esta vez de Beaujolais, elabora vinos sin sulfitos (o con muy bajo contenido) en Blace en la zona de Beaujolais-Villages.
Gonzalvez denominó a su vino top cuvée ‘.G’ (Punto G). Pero además tuvo la idea de utilizar su propio nombre (France Gonzalvez) para crear un juego de palabras e incluir en sus etiquetas el término ‘Vins de France’, en alusión a él, no al país.
Sin embargo el IANO (Institut National de L’Origine et de la Qualité) se lo prohibió debido a que generaba confusión.
La solución, poner puntos suspensivos después de ‘Vin’ para distinguir sus vinos de otros vinos de mesa franceses.
3. ‘Mamá y Papá’
En 2012, el productor de McLaren Vale (Australia) D’Arenberg se le ocurrió la idea de crear un vino espumoso con el nombre ‘Dadd’.
La botella también contó con la firma D’Arenberg y una franja roja, que tiene un gran parecido a cierta casa de Champagne.
“Queríamos llamarlo ‘Dadd’ con una doble ‘d’, por que hay muchos padres que estamos involucrados en el proyecto”, dijo el enólogo jefe Chester Osborn.
“Papá pronto se encontró con Mamá muy enfadada” y ‘Dadd’ tuvo que enfrentarse a una demanda judicial de ‘Mumm’ el Champagne Pernod Ricard. Dadd fue eliminado poco después.
4. Anjou Pur Bretón
El enólogo biodinámico Olivier Cousin etiquetó sus vinos AOC en 2005 como vinos de Anjou (un antiguo condado en el valle del Loira, al oeste de Francia), en lugar etiquetar sus vinos como ‘Vin de France’, en protesta por lo que consideró una disminución en los estándares de calidad en la normativa, que incluían permitir la acidificación, así como la chaptalización desde 2003. A continuación, comenzó a etiquetar su Cabernet Franc como ‘Anjou Pur Bretón’
En 2011 la DGCCRF (organismo contra el fraude francés) lo acusó de atentar contra la denominación de origen utilizando ‘Anjou’ en sus etiquetas. Un delito que conlleva una multa de 37.500 euros y hasta dos años de cárcel.
Primo fue declarado culpable y condenado al pago de la multa, aunque se declaró insolvente debido a que las condiciones de la denominación de origen le llevó a la ruina.
5. London Cru, el vino fantasma
La primera bodega urbana de Londres tuvo que acatar las normas de las autoridades de Reino Unido, cuando la Agencia de Normas Alimentarias británica impuso las reglas a sus planes para el etiquetado de su primera cosecha del año pasado.
La bodega, al importar la uva de otros países (Francia e Italia principalmente) pierde el derecho a mencionar cualquier denominación, mencionar el nombre de la uva y, sorprendentemente el año de cosecha de todas sus etiquetas de vino, pese a que el vino se elabora y se cría en barricas en Londres. Es decir, una etiqueta sin información del vino.
6. Cabo Ladrón
El productor de vinos Swartland de Badenhorst Family Wines, de Swartland (Sudáfrica) siempre ha destacado por sus creativas e impactantes etiquetas.
Cuando empezó a embotellar su vino Caperitif – un aperitivo de estilo vermouth que era muy popular en Ciudad del Cabo en el siglo pasado, pero cuya historia se extiende a los colonos holandeses los ‘poderes fácticos’ truncaron sus planes.
La etiqueta originalmente contó con un pergamino que decía en su parte inferior ‘Soet Vermoed’, un juego de palabras ‘vermut dulce’, que en afrikaans se traduce literalmente como “sospechoso dulce”, lo que no significa mucho. No obstante, las autoridades no estaban contentas con esto y obligaron a retirarla.
La nueva etiqueta dice en cambio ‘Kaapse Dief’, traducido literalmente como “Cabo ladrón”. ¿Por qué? Como se indica en la página web de Badenhost Family Wines: “Bueno, porque suena como el Caperitif, obviamente … pero no tiene significado literal en absoluto”. Obviamente parece una venganza contra las autoridades del Cabo tras obligarle a retirar una etiqueta aparentemente no conflictiva después de que la firma de vinos realizase una fuerte inversión en marketing.
7. La bicicleta roja, o 18 millones de botellas de vino falso
La controversia en la siguiente etiqueta pasa por ser uno de los mayores fraudes de etiquetado jamás perpetrados.
En 2010 E&J Gallo fueron estafados por un grupo de productores de vino francés al que compraron más de 18 millones de botellas de vino que suponían eran Pinot Noir, pero en realidad era un vino barato.
La bodega de California compró vino de la región de Languedoc-Roussillon para comercializarse bajo su etiqueta “Red Bicyclette Pinot Noir” (Bicicleta Roja, Pinot Noir).
El fraude se destapó cuando los funcionarios de aduanas franceses se dieron cuanta que la cantidad de Pinot Noir que se vendía a Gallo era mayor que lo que podía producir la región en la que se compraba.
El juez condenó con penas de prisión de uno a seis meses a los comerciantes estafadores y ordenó el pago de multas.
8. Los vinos nazis
Increíblemente, a pesar de multitud de protestas y denuncias de grupos a favor de los derechos humanos, Vini Lunardelli, una bodega italiana de la región noroeste del país (Friuli-Venecia Julia), se ha hecho muy famosa internacionalmente por las polémicas etiquetas de sus vinos que hacen alusión a controvertidos personajes históricos.
Incluyen imágenes de Adolf Hitler y frases tales como” Sieg Heil “y” Ein Volk, Ein Reich, Ein Führer “, junto con varios otros ejemplos de iconografía fascista.
En 2013 el negocio de bebidas se hizo popular en todo el mundo tras una queja de un turista estadounidense que llegó hasta la portada del periódico The New York Times.
En ese momento, la marca de vinos fue condenada por el ministro de Integración de Italia, Andrea Riccardi, quien dijo que su presencia “ofende la memoria de millones de personas y corre el riesgo de poner en peligro la imagen de Italia en el extranjero”.
9. Putos locos
Nadie en Chile se podía imaginar que el nombre de una marca de vinos iba a impulsar las ventas de una manera espectacular en China.
La marca ‘Chilensis’ de una empresa de vinos de Chile, que no tiene ningún significado concreto en español, provocó una mezcla de polémica y escándalo (aunque también muchas risas) entre los bebedores de vino en Hong Kong y China gracias a que, sin quererlo, su nombre sonaba grosero en el gigante asiático.
La etiqueta, de la bodega Via Wines en el Valle del Maule de Chile, se traduce como “fucking nuts”, según una fuente en Hong Kong, que en español vendría a ser algo así como “Putos locos”, aunque puede variar según el contexto.
A raíz de una publicación en la prensa sobre la existencia de esta etiqueta la demanda de este vino se disparó, empujando los precios al alza en 2012. Actualmente el vino se sigue vendiendo muy bien en Hong Kong y China.
10. Etiquetados fraudulentos en vinos de alto nivel
Aquí no se trata de una etiqueta concreta. Uno de los más famosos proveedores sospechosos de etiquetado fraudulento es el coleccionista de vinos Hardy Rodenstock. En las décadas de 1980 y 1990, Rodenstock organizó una serie de catas de alto nivel con vinos antiguos y raros de su colección, incluyendo muchos de los siglos XVIII y XIX, a las que invitó a dignatarios, celebridades y escritores y críticos de vinos de fama mundial, como Jancis Robinson, Robert M. Parker, Jr. y Michael Broadbent, que en aquel momento era un director en la casa de subastas londinense Christie’s y estaba considerado una de las destacadas autoridades mundiales en vinos raros.
En una de estas catas, Rodenstock presentó 125 vintages de Château d’Yquem, incluyendo una botella muy rara de la cosecha de 1784. Además de organizar estas extravagantes catas, Rodenstock también vendía muchas botellas de su colección en casas de subasta, que supuestamente inspeccionaban e investigaban con regularidad la autenticidad de los vinos.
Uno de estos lotes que Rodenstock vendió fueron las raras «botellas de Jefferson», supuestamente burdeos embotellado para el presidente estadounidense Thomas Jefferson. El empresario estadounidense Bill Koch compró cuatro de estas botellas que posteriormente se declararon falsas: los grabados sobre las botellas que presuntamente las vinculaban con Jefferson habían sido hechos con un taladro eléctrico de alta velocidad parecido al usado por los dentistas, tecnología que obviamente no existía en la época. Este hallazgo arrojó una sombra de duda sobre la autenticidad de todas las botellas raras que Rodenstock servía en sus catas y vendía en subastas.