Malajunta, el vino de los amigos

“Una innovadora propuesta de etiquetas boutique pensada “Por tu mala junta te perdiste» reza el tango y, aunque no se trate de una historia de amor y abandono, el cuento o el “chamuyo” aquí tienen un final feliz.para disfrutar y tramar grandes encuentros con amigos”

Personalidad Malajunta

“Por tu mala junta te perdiste» reza el tango y, aunque no se trate de una historia de amor y abandono, el cuento o el “chamuyo” aquí tienen un final feliz.

Malajunta Wine es el proyecto enológico de dos amigos – Leonardo y Gabriel – que disfrutaron juntos de su infancia y travesuras. Los años pasaron y sus ideas también crecieron con ellos. Oriundos de familia con tradición vitivinícola mendocina, los vinos Malajunta le aportan un aire fresco al mercado de las vides.

Gestados en terroirs propios de la provincia de Mendoza, anclados en la zona de Cruz de Piedra (Maipú) y Los Árboles (Tupungato), detrás de estas botellas asoman no tan tímidamente Leonardo Berlanga y Gabriel Donozo, enólogo de la bodega.

Con una partida limitada de botellas – solo elaboran 3650 por variedad y 5000 para los reservas – cada día pisan más fuerte aún en las afueras de su Mendoza natal, y hasta tientan al público más abstemio de la comarca por sus lazos estrechos con el símbolo de la amistad, esa que todo lo atraviesa y nada traiciona.

Enólogo de Malajunta Wine

Cada proceso de elaboración se realizó a pequeña escala, para controlar la calidad al máximo pensando en lograr un vino que represente lo mejor de nuestros viñedos.

Un atractivo peculiar genera el marketing de Malajunta Wines. Además del nombre, la imagen que acompaña le aporta la cuota revolucionaria, irreverente, progresista, con carácter y personalidad que define el sello intrínseco del vino. (Divagación imprescindible: la imagen fue comprada a un modelo de EE.UU, y se patentó en la Argentina junto al nombre de las etiquetas)

Malajunta Wine

Si de variedades hablamos, en su viña vas a encontrar cepas tradicionales, reservas y algunas variedades no tan comunes en estas latitudes como Pedro Ximenez, que no resultan extrañas si seguimos el concepto de innovación de la marca.

Malajunta Wine va por más y prepara una línea de alta gama que seguro será bienvenida en la comunidad de Baco. Pero como ellos mismos pregonan, “no hacen vinos, sino historias”. Así que aquí esperamos, como acodados en alguna barra de un secreto speakeasy, con las copas listas para degustar aquello que tengan para contar.

 

por Mariu Martini

Pét-Nats: todo lo que debes saber sobre el espumoso natural de moda

Con burbujas, sin sulfitos ni azúcar añadido. Así es el Pétillant Naturel, Pét-Nat para los amigos, el vino espumoso francés que conquista paladares con su naturalidad.

Son espumosos frescos, salvajes y de nueva generación. Burbujas modernas y con consciencia que se han convertido en la última moda en lo que a vinos naturales se refiere, a pesar de que llevan a sus espaldas 500 años de tradición. Podría decirse que los actuales Pét-Nats son los antepasados del Champagne, ya que su elaboración sigue uno de los métodos más antiguos y naturales para producir vino espumoso de la historia.

Los mejores Pét-Nats australianos.

Los mejores Pét-Nats australianos.

Pét-Nat es la abreviatura francesa de Pétillant Naturel, que significa “naturalmente espumoso”. En Francia, el método de elaboración que siguen estos vinos se conoce como Método Ancestral que, sin liarnos demasiado, consiste en que verter el mosto aún fermentando en la botella, donde termina de fermentar y desarrolla el carbónico, es decir, la fina burbuja característica. El vino no se filtra y tampoco se le agrega ninguna dosis de azúcar, razón por la cual se le considera más natural que a otros espumosos.

Los Pét-Nats vuelven a estar en boga porque suponen una vuelta a la vinificación más auténtica, pero lo hacen en pequeñas cantidades y mediante una forma muy cuidadosa y natural de tratar el vino. Tanto en el viñedo como en la bodega, el foco está en el trabajo natural, lo que aporta a estos vinos una variedad de estilos, aromas y expresiones que nunca ha sido tan inmensa como ahora.

Los Pét-Nats son la revolución 'frizzante' de los vinos naturales.

Los Pét-Nats son la revolución ‘frizzante’ de los vinos naturales.

El resultado son vinos espumosos sin pretensiones pero con mucha personalidad, que resurgen desde todas las regiones del mundo -empezando por Francia y siguiendo por Alemania o Austria y llegando hasta Australia o Nueva Zelanda- a partir de casi todas las variedades de uva. Actualmente hay Pét-Nats dulces y gustosos, también otros más frescos y minerales, elaborados por cada vez más viticultores aventureros que apuestan por recuperar y transmitir una tradición que aún hoy nos sigue cautivando.

¿A qué sabe un Pét-Nat?

No importa si son blancos, rosados o tintos, este tipo de vinos suele presentar cierta turbiedad debida a ese proceso de embotellado sin filtrar y sin sulfitar. Algo que no sucede, por ejemplo con los champanes, los cavas o los proseccos de las grandes bodegas, que consideran esta falta de limpidez un defecto. Como regla general, los productores nativos de Pét-Nat trabajan en contacto directo con la naturaleza, utilizan métodos ecológicos e incluso biodinámicos.

Como cavas o champanes, también hay Pét-Nats rosados.

Gracias al uso de levaduras autóctonas y a la fermentación en botella, los Pétillants ofrecen aromas muy diversos y a menudo emocionantes. No son espumosos clásicos ni tampoco vinos exclusivos solo disponibles para unos pocos, sino una alternativa divertida y para todos los bolsillos (suelen rondar los 20€), cuya mayor aspiración es ofrecer a los paladares más curiosos una experiencia de sabor inusual y, sobre todo, una gran facilidad para beber y disfrutar.

¿En qué se diferencian del champán?

En la elaboración. A diferencia del champán, los Pét-Nats no requieren la segunda fermentación del champán, en la que se agrega azúcar y levadura. Con los Pétillants, la fermentación natural se interrumpe, el vino se embotella y termina de fermentar allí. Otra diferencia es la presión, menor para este tipo de vinos. De ahí que parezcan más ligeros y con burbujas más sutiles. Por último, el grado alcohólico, normalmente más bajo que el de otros espumosos.

El Pét-Nat suele ir cerrado con la misma chapa que una cerveza.

El sellado a veces también marca la diferencia. Si bien Champagne cierra sus botellas con esos grandes corchos naturales tan característicos, los Pét-nats suelen estar coronados con una modesta chapa tipo las que se utilizan para los botellines de cerveza. Su objetivo no es la guarda, son vinos jóvenes que no necesitan pasar años en la botella para adquirir matices. De hecho, suelen invitarnos a abrirlos cuanto antes para disfrutar de su carácter más “funky”. Completamente fermentados y secos (brut) pero con ese encantador toque dulzón de la uva.

¿Cómo se sabe que es un Pét-Nat?

La mayoría de las botellas anuncian en la etiqueta Pétillant Naturel o Méthode Ancestrale. Muchos juegan con el término y se refieren a él como ‘pitt-nat’, ‘pet-NOT’… El gamberreo suele ser una máxima de esta clase de vinos. Una chapa de botella, una etiqueta modernita y un líquido turbio suelen ser también buenos indicadores.

Los Pét-Nats siguen la línea y la estética de los vinos naturales.

Los Pét-Nats siguen la línea y la estética de los vinos naturales.

¿Cuándo y cómo tomarlos?

Las botellas de Pét-Nat no suelen indicar la cosecha. Es algo habitual en los espumosos, pues siguen un sistema de relleno que hace muy difícil saber el año exacto de vendimia. Aquí no existen los Millésime ni los embotellados de añadas especiales. Sin embargo, empieza a haber ejemplos que han mejorado con el paso de 3 o 4 años. No obstante, como apuntábamos más arriba, no son vinos creados para acumular polvo en su bodega sino para beberlos cuanto antes.

En cuanto al mejor momento para degustarlos, cualquiera. Desde el aperitivo si son frescos, la comida si son aromáticos, con algo más de cuerpo para una tarde de barbacoa o incluso para acompañar los postres si tiene ese puntito dulce. Eso sí, como el mejor champán, a unos 7º de temperatura y en copa de vino blanco para que se exprese a gusto. Ni pompadoures ni flautas.

AUTOR: Laura S. Lara

SIETE LOCOS WINE

Siete Locos Wines
Los Siete Locos, es un proyecto de vinos conceptuales,
desarrollados por el enólogo Jorge Correa. Están inspirados en la novela
“Los Siete Locos” de Roberto Arlt, escrita en 1929.
Resumen de Los Siete Locos
“Los Siete Locos”, es considerada una de las obras pilares de la
literatura argentina.
Narra la delirante aventura de una Organización Secreta, liderada
por el Astrólogo, la cual pretende trocar el orden social imperante a
través de una cruel y terrible revolución social. Tal revuelta sería
financiada por una red de burdeles distribuidos por toda la Argentina bajo
la administración del Rufián Melancólico y la explotación de minas de oro
en la cordillera dónde el Buscador de Oro ha encontrado yacimientos de
Oro Rojo.
El protagonista de la novela es Remo Erdosain (El Inventor), es un
entusiasta de la física y la química, que tiene como sueño metalizar una
Rosa de Cobre. Problemas de dinero, lo llevan a unirse a esta sociedad
secreta donde aportará su conocimiento “científico” en el desarrollo de
armas químicas y biológicas.
Los anteriores personajes, junto con el Mayor, un suboficial de bajo
rango que pretende sublevar la plana menor del ejército, para que ayude
a instaurar la revolución, forman parte de la Orden de los Caballeros del
Oro Rojo.

La trama de la novela se inicia con la planificación y secuestro de
Gregorio Barsut (El Traicionero), personaje que humilla y traiciona a El
Inventor al denunciarlo por un robo. Barsut es primo de la esposa de
Erdosain, Elsa (El Desamor) la cual abandona al protagonista yéndose con
un Capitán, incrementando la angustia y la locura de El Inventor.
Según Arlt: los personajes, son viles, canallas y la felicidad se les
ha negado; odian la civilización tal cual es.
La obra plantea problemas de existencialismo y problemas morales
como la angustia y la soledad. Además de una fuerte crítica a la sociedad
y de la Argentina de esa época. Por eso el lema “Vinos de corte anárquicos, dispuestos y
organizados para instaurar la revolución de los sentidos”, tomando la idea
de la novela de la Organización y la rebelión al orden establecido.
Líneas Los Siete Locos
Tomando en cuenta la relevancia de la alquimia y los metales, en la
novela, se da nombre a cada una de las líneas con un metal.
1 Blend Plomo: son vinos de carácter RESERVA. Donde se busca un
balance entre la fruta y una leve crianza en roble. Son vinos donde
prevalece la frescura y el roble está muy bien amalgamado con la
fruta. * El Traicionero * El Buscador de Oro * El Desamor
2 Blend Bronce: son vinos de carácter GRAN RESERVA. Donde
encontramos vinos maduros y elegantes, gran concentración y de
crianza 100% en roble, con gran complejidad olfativa y gustativa.
* El Inventor * El Astrologo * El Rufián Melancólico
* El Mayor Conceptos de diseño * Sobre la E del logo, se refleja el plan de las 3
líneas en el que se basa la novela: Secuestrar – Matar –
Quedarse con la plata. También utiliza el submecanismo: Secuestro – Estadía – Asesinato.
* La obra, es una novela negra, por eso las etiquetas son color
oscuro, reflejando la pesadez de la obra. Las altas gamas, son de
color claro, ya que la simbolizan la luz de los sueños y los anhelos
de los personajes.
* La caja contenedora de las botellas, tiene el
nombre de CASA NEGRA, “una oscuridad de una
casa familiar en la que perdía súbitamente las
nociones del vivir común. En ella eran habituales
los placeres terribles”. Tiene escrita en la parte
superior la leyenda “Abrir para hundirse al placer”

LA SORPRENDENTE HISTORIA DE SORPRENDENTES VINOS

Cada vez hay más marcas de vino con nombres raros. algunas de las historias más curiosas están aquí.

Ponerle nombre a un hijo es una tarea difícil. Pero más difícil aún es registrar marcas de vino argentino que no estén inscriptas y protegidas. De ahí que, en los últimos años, la creatividad se cruzó con la oportunidad y así nacieron algunas historias locas que dieron origen a los insólitos nombres de algunos vinos. En esta primera nota, algunas de las historias más singulares y poco conocidas a la hora de las marcas de vino argentino.

Sunal o el vesre criollo. Los Valles Calchaquíes son escenario de una reconversión vitivinícola con jóvenes enólogos que lograron aggiornar la imagen de sus vinos. Entre estos se encuentra Agustín Lanús, porteño de nacimiento y cafayateño por elección. Luego de años de estudio enológico en Europa, a su regreso llamó a sus primeros vinos del NOA Altos Terruños, nombre que debió descartar dado que el gigante chileno, Concha y Toro, ya cuenta con la marca Terrunyo. Tras varios intentos fallidos por desarrollar algunas marcas y darse cuenta que “está todo registrado”, su socio estadounidense, David Galland, le sugirió SUNAL, un supuesto vocablo quechua que extrañamente nadie había registrado y que estaría vinculado al sol y la altura. Hechos los tramites, David confesaría la broma: “Sunal, es Lanús al revés y lo bueno es que contiene la palabra Sun (sol en inglés) y Al, de altura, dos factores claves para nuestros vinos calchaquíes”, dice Agustín. Entre sus creaciones destacamos Sunal Ilógico, un Malbec de altura elaborado con uvas de Gualfín, Luracatao y Pucará.

Pintom, el emotivo. Gabriel Dovskin es un pequeño productor posicionado en el top of mind de los enófilos más curiosos. Sus vinos son Y la nave va Malbec y un Pinot Noir cuyo nombre le aseguró un lugar en esta nota. “Recién en 2014 logramos cosechar y vinificar nuestro Pinot Noir de El Cepillo, un hecho que nos tenía muy entusiasmados aunque ese año otro asunto tenía toda mi atención, mi esposa estaba embarazada de mi primer hijo”. Como era de esperarse aquella vendimia transcurrió entre Mendoza y Buenos Aires hasta que el 2 de abril finalmente Tomás llegó al mundo y ese nacimiento coincidiría con que “el Pinot Noir se decidió a fermentar y cuando volví a Mendoza encontré que los chicos de la bodega lo habían bautizado Pinot Tomás. Bastó unir ambas palabras y nació la marca más fuerte que pude imaginar”. Hoy, sin dudas, Pintom 2017 es el vino de cabecera de cualquier fundamentalista local del Pinot Noir.

Pala Corazón figura en el diccionario mendocino-castellano. Nacido en una familia ligada al arte y la vitivinicultura, Lucas Niven es uno enólogo irreverente en la escena local. Con varios años de trabajo en importantes bodegas y estudios en Estados Unidos, en 2010 decidió encarar su propio proyecto a partir de una pequeña bodega familiar. El proceso creativo para la marca fue un brainstroming familiar en el que las ideas no lograban pasar el registro de marcas de vino argentino. Hasta que un día su madre, la artista plástica María Cristina Cansado, le acercó un recorte de diario que contaban la historia de la pala de punta corazón, o zapa como la conocen en Cuyo. “Es la que se utiliza en los viñedos para conducir el agua. La relación de la pala corazón y el desarrollo de la vitivinicultura mendocina es el trabajo y el esfuerzo”, explica Niven. De manera que así nació su marca mientras que el diseño fue obra de su madre, quien suma a cada varietal diferentes términos y conceptos que aseguran buena vibra a la etiqueta. Si todavía no conoces los vinos de Niven es hora que busques Pala Corazón Malbec Gualtallary y Pala Corazón Rosé.

La infancia de Cara Sucia. Los futboleros podrán relacionar esta etiqueta con la célebre formación de San Lorenzo de Almagro de la década del ‘60, sin embargo, para los enólogos Héctor y Pablo Durigutti es la manera de resumir su niñez en Rivadavia, región vitícola del este mendocino donde se criaron. “Todos los que nacimos allí nos criamos jugando y potreando entre viñedos”, recuerda Pablo, “y lógicamente volvíamos a casa con las caras sucias de polvo y manchas de uva. Pero además, la hora de la merienda era el momento de las Cara Sucias (tortita con azúcar negra encima) recién horneadas”. Rememorando esas historias, los Durigutti probaron suerte con entre las marcas de vino argentino y estaba vacante. Así nació la línea de vinos. El primer vino de esta nueva línea está elaborado con Cereza, una de las uvas más cultivadas en el Este, perfecto para los amantes de las criollas.

El Relator o la fija de un burrero. “En Mendoza todos nos criamos con abuelos que nos servían vino con soda para sembrarnos la pasión por nuestra tierra, pero mi abuelo además nos daba siempre unos pesos para jugar a las carreras de caballos”. Así explica Fernando “El Flaco” Gabrielli cómo su abuelo Mario “mal criaba” a sus nietos. Con el tiempo, El Flaco, estudió periodismo deportivo y se convirtió en el relator oficial del hipódromos de Mendoza. En 2013 se dio cuenta que los burros eran una fija vacante para las marcas de vino argentino y, apelando a las enseñanzas del abuelo, lanzó El Relator, no te pierdas el Sauvignon Blanc y su exclusivo espumoso Zaino Viejo.

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Mugrón, la técnica de enraizado. Si nunca visitaste un viñedo o hurgaste en un libro de viticultura difícilmente te acerques al significado de e esta palabra. Se trata de una de las técnicas posibles para reproducir una vid y es tan simple con enterrar uno de los brazos de la planta hasta que ésta echa raíces. Una vez enraizada se corta y se convierte en una planta independiente pero con la misma genética de la madre. Algo que los creadores de este vino sienten que sucedió con ellos cuando llegaron a Cafayate desde diferentes rincones del país para dar rienda suelta a su pasión por la enología. El tiempo no solo los cruzó sino que también los convirtió en referentes de la región. ¿Quiénes son los mugrones? Los enólogos Paco Puga, Mariano Quiroga, Rafael Domingo y Claudio Maza. Hoy con dos etiquetas de cabecera, al Mugrón original –blend de Malbec, Cabernet y Tannat– sumaron un Blend de Enólogos, 95% Malbec y resto Tannat, ambos de los Valles Calchaquíes.

Un Revólver polisémico. Con un Chardonnay y un Pinot Noir, Leo Erazo, winemaker de Altos Las Hormigas, presentó su emprendimiento personal con un nombre que despierta infinitas interpretaciones. “Elaboro vinos en Chile y Argentina y quería utilizar alguna imagen que tenga connotación a ambos lados de la cordillera”. Lo primero que vino a su mente fueron los forajidos que a lo largo de los Andes hacían justicia ante la opresión que sufría el pueblo en manos de la Corona y de ahí salió la imagen del revolver. Esto despertó otro significado para Erazo, “en mis vinos recupero las practicas más tradicionales y menos intervencionistas de manera que busco Re-Volver a las raíces y por últimos apuesto a ciertos cambios como los Beatles se propusieron con su álbum Revólver, mi favorito”. De este modo todos sus planes se unieron en una misma marca de vino argentino que hoy cuenta con cinco referencias de las que te sugerimos probar el Chardonnay.marcas-de-vino-argentino-1

El lado en sombra de la montaña: Cara Sur. Pancho Bugallo es un viticultor cuya principal pasión es la montaña. Como andinista, desde muy joven encaró los ascensos más desafiantes de los Andes junto a su hermano Santiago, al punto que decidieron entrenarse para cumplir el sueño de ascender cumbre en los Himalaya. Para esto, en 2006 se propusieron un desafío inédito, encarar el Mercedario, el pico más alto de San Juan, por la cara sur, es decir por una pared en sombra y de hielo nunca antes ascendida. El desafío que casi les cuesta la vida cuando una tormenta sorpresa los atrapo en pleno ascenso. Recuperarse de aquel hecho marcó sus vidas y aquella Cara Sur se convirtió en parte de sus vidas. En 2010 cuando comenzaron su proyecto en Barreal, en el valle entre la precordillera y la cordillera frontal sanjuanina, no dudaron en que aquella pared de hielo los unía tanto como la enología que comenzaban a encarar. Rescataron antiguas viñas que hoy dan vida a Cara Sur Tinto y al novedoso Totora entre otras tantas curiosidades.

Desquiciado sí, pero no locos. Elaborar un vino es un proceso casi artístico que implica cierta cuota de locura, algo que los enólogos Gonzalo Tamgnini y Martín Sesto siempre tuvieron claro. “El proyecto nació el 1 de mayo de 2014, un Día del Trabajador en el que todos descansaban menos Martín y yo”, recuerda Tamagnini. Ellos trabajaban para el winemaker Alejandro Sejanovich quién, la dupla ordenaba todo para disfrutar del feriado, llegó con 50 cajas de 20 kilos de uvas cada una. “El problema no era la cantidad sino que debíamos volcarlas en una tanque de boca angosta al que llegábamos con una escalera de tres metros. Un milagro. Y ni bien volcábamos cada cajón lo reboleábamos seguido de un alarido victorioso”. El asunto fue que no eran los únicos en la bodega, también estaba el encargado de la finca y su familia compartiendo una asado quien no tardó en encararlos para pedirles que se dejen de gritar, “parecen dos desquiciados”, remató. Se miraron y supieron que ese sería el nombre del proyecto que hoy lideran –y cuya registro estaba vacante entre las marcas de vino argentino–. Las etiquetas están ilustradas con diferentes animales salvajes según el varietal y, si nunca los probaste, comenzá con su Pinot Gris y su Cabernet Franc Salvaje.

PALA CORAZÓN

El del vino es un camino de exploración. Se arranca un día de pura casualidad con una botella que nos dice más que cualquier otra y, una vez que se enciende esa mecha, al consumidor despierto y en plan de búsqueda la góndola le ofrece innumerables oportunidades.

Entre esas oportunidades, las que se convierten en perlas difíciles de hallar, son las que más motivan la búsqueda. Por eso, los pequeños productores gozan de un aura particular. La del tesoro descubierto, del dato que otros no tienen y uno sí, el del dato que te puedo dar y que te pone del lado de los entendidos.

Por eso, también, los países que tienen pequeños y prestigiosos productores de vino gozan de buena salud a la hora de ofrecer esas perlitas. Y la Argentina es uno de ellos. Lo hablábamos tiempo atrás con Eric Asimov, el crítico de vinos del New York Times, quien me decía que a diferencia de muchos países productores lo que observaba en la Argentina es “un carácter emprendedor dispuesto a hacer su tradición”.

Desde el otro lado del mundo, ese carácter es más una forma de supervivencia. Pero también, una forma de encarar las cosas. Y en el vino es de gran evidencia.

Hay historias clásicas. Como la del enólogo Carmelo Patti, legendario productor de vinos, que vendió su querido Peugeot para elaborar sus primeros Cabernet Sauvignon en la década de 1980. O la de Ángel Mendoza, también enólogo, que con su retiro de Peñaflor a fines de los 90 construyó en tres hectáreas en Lunlunta, Mendoza, una bodega de sueño, de donde nace el blend Pura Sangre. Pero también hay otras historias más recientes.

 

 

Pequeños productores hoy

Es la década actual la que vio una nueva serie de entrepreneurs volcarse al negocio del vino. Mientras que la llegada directa a los sommeliers de los restaurantes abrió puertas a proyectos muy chicos, la escala necesaria para abastecer nacientes distribuidoras y puntos de venta especializados alcanzó para insuflar energía a un movimiento algo disperso pero que hoy late con vida propia.

Vinotecas como Soil, Ozono o Pain et Vin, por mencionar solo tres puntos de venta especializados, o distribuidoras como Montana, Soma Vinos o I Vini abrieron las puertas del mercado a proyectos que van desde una centena de botellas a unas pocas miles. Mientras que los proyectos inmobiliarios como The Vines o Tupungato Wine Lands le dieron rienda suelta a muchos pequeños inversores de entrara al negocio.

Así, el movimiento de pequeños productores goza de buena salud. Están los proyectos que nacieron de amistades, los que son spin off técnicos y aquellos que representan el sueño de los inversores con pasión por el vino. Todos ellos hoy juegan en la pequeña escala.

 

 

¿Algunos que valga pena seguir?

Claro que sí. Tomen nota.

 

  • Amar y Vivir. Matías Etchar elabora en la quebrada de San Lucas, Valles Calchaquíes, un Malbec de otro planeta desde un único y aislado viñedo.
  • Per Sé, la dupla Edgardo del Popolo-David Bonomi, enólogos, elaboran en Gualtallary unas 6 mil botellas que enamoran. No son fáciles de conseguir y cuestan su precio en oro.
  • Michelini i Muffato, son la dupla formada por Andrea Muffato y Gerardo Michelini quienes dieron vida a una línea a blancos de otro planeta como Certezas Semillón y Propósitos Chenin Blanc, entre otros. Forman parte del clan Michelini, donde además están Matías y Juan Pablo, parte de un amplio arco de vinos de partidas pequeñas.
  • Imperfecto es el Malbec con una pizca de Cabernet Franc que elabora en el garaje de su casa Daniel Pi, director de enología de Peñaflor.
  • Lupa. Pablo Lupiáñez produce con un viñedo de Paraje Altamira dos vinos. El clásico Lupa Malbec y el iconoclasta Calle Contastini Malbec es refrescante.
  • Cara Sur. El agrónomo Francisco Bugallo junto a Sebastián Zuccardi, llevan adelante en Barreales, San Juan, este pequeño emprendimiento cuyo Criolla es legendario.
  • Desquiciado. Los enólogos Gonzalo Tamagnini y Martín Cesto se formaron trabajando juntos en bodega y lanzaron esta línea en la que destacan el perfil ligero de sus tintos. Malbec y Cabernet Franc son buenas fichas.
  • Puramun. El enólogo José “Pepe” Galante tiene como proyecto personal estos vinos entre los que destaca un Chardonnay de estilo clásico, su especialidad, y un Malbec jugoso.
  • Pala Corazón. Lucas Niven es un enólogo que tiene además el talento de la ruptura estética. Sus vinos dan buena cuenta de ello. Desde Pala Corazón Malbec al Rosé de Garnacha.
  • Vinyes Ocults. Detrás de la calaca -máscara de catch mexicana- se esconde Tomás Staringer, enólogo que elabora Malbec y espumantes con precisión.
  • Relator Wines. Dos amigos, Fernando “Flaco” Gabrielli y José “Pepe” Reginato, enólogo especialista en burbujas, le ponen el cuerpo a una serie de espumoso entre los que destaca un Malbec Rosé.
  • Giramundo. Detrás de la movida de pequeños productores de Paraje Altamira está Felipe Stahlschmidt, enólogo, quién elabora Giramundo Malbec en un estilo clásico para la zona.

 

ADEMÁS

Vinos y diseño, maridaje sin límites

“Ser bueno en los negocios es el tipo de arte más fascinante”. Así como sus obras, muchas de las sentencias de Andy Warhol mantienen su vigencia como tangentes que cruzan la modernidad y la sociedad el consumo. Sobre todo en la última década, la industria del vino evolucionó en esa misma línea. No sólo por haber confirmado a la vitivinicultura como otra especie de arte en permanente experimentación, sino además por una creciente tendencia en incorporar el diseño para presentar sus productos.

Las etiquetas tradicionales conviven desde hace rato con obras en miniatura de artistas reconocidos, tipografías estridentes, composiciones cromáticas audaces e ilustraciones que abarcan del minimalismo al surrealismo. Para el mercado, en el que en los últimos cinco años se inscribieron 12 mil marcas nuevas, una operación de “win-win”: si ya dan ganas de tomar todos los vinos, también dan ganas de tenerlos. Un razonamiento que apunta a expandir cada vez más la masa crítica del consumo.

Repasamos entonces algunos de los casos más resonantes de los últimos tiempos.

Ji Ji Ji (Gen del Alma)

Fue sin dudas una de las apariciones disruptivas en 2015, y elegido por la revista Decanter como uno de los best-boy del año. Concebido por los enólogos Andrea Muffato y Gerardo Michelini, impresionó tanto por su elaboración (la maceración carbónica para la cofermentación del Malbec y el Pinot Noir), como por su aspecto y sabor en boca. Por supuesto, el diseño de la etiqueta no le fue en zaga, con un enigmático comodín, flanqueado por frases alusivas a Los Redonditos de Ricota, inspiradores del vino.

“El Joker esboza su característica risa sarcástica, casi burlona. Sobre una de sus mano levita un As de allí su aparente tranquilidad de tener un as bajo la manga. Por otro lado, en su otra mano muestra el poder inigualable del control del tiempo a través de un reloj que en lugar de agujas tiene llaves. Para finalizar existe en este dibujo la presencia de las cartas de la Reina y el Rey, ya que los enólogos de este vino son un matrimonio”, explicó la diseñadora Carolina Saguán, quien también concibió el carnaval distópico del Zorzal Piantao y el flamenco psicodélico del Plop! de Manuel Michelini.

Mosquita Muerta Wines

El proyecto de José Millán se impone desde la calidad y la irreverencia. Lejos de espantar, los nombres de los vinos atrapan la atención de inmediato y todos tienen su razón de ser: Mosquita Muerta (siempre tiene un plan aunque nadie lo note), Sapo de Otro Pozo (como se sintió Millán al principio), Pispi (el que llama siempre la atención), y Perro Callejero (hay que estar en permanente movimiento).

Entre las cuatro etiquetas y el coqueto packaging en blanco y negro, concebidos integralmente por el estudio Boldrini & Ficcardi, descolla Sapo de Otro Pozo: con una ilustración preciosista de Lucila Jaime, fue galardonada por su diseño en el premio Desafío Federal 2015.

Ernesto Catena Vineyards

Ya que hablamos de New Yorker, el ilustrador y best-seller Liniers cumplió hace pocos el sueño de llevar de ver publicada una obra suya en la portada de la revista estadounidense. Ernesto Catena lo convocó para que que dibujara cinco piezas originales para su Alma Negra Single Vineyard, y el resultado es de colección. Un nuevo hito en las inquietudes artísticas de Catena, quien ya había impresionado con las etiquetas y el lujoso packaging de los Animal, con frescos selváticos que remiten a la estética de Paul Gauguin.

Susana Balbo

Reconocida en la industria por su constante visión innovadora, con su línea Críos ensayó una teoría similar a la que aplicaba Pep Guardiola en el Barcelona: cambiar incluso cuando las cosas van bien. Para el restyling contrataron a un diseñador gráfico de Texas, que aportó el hermoso estilo vintage con reminiscencias a los afiches del jazz en la era del swing. “Necesitábamos evolucionar en el envase para mostrar que hemos evolucionado interiormente. Estamos luchando en el segmento con grandes jugadores de verdad”, fue el análisis de Ana Lovaglio Balbo, gerente de marketing de la bodega. La estrategia apunta a despertar el interés de los “Mature Millenials”, jóvenes consumidores ávidos por aprender sobre diferentes varietales y regiones.

Cecilia Iuvaro, clásica y moderna

Una de las primeras innovadoras en el mercado, asentó su prestigio con sus trabajos para NortonCatena ZapataFamilia ZuccardiTrapiche y Viña Las Perdices, con identidades refinadas y de inmediata conexión con el público. Gran parte de sus trabajos se cotizan en el exterior, porque diseña etiquetas de vinos argentinos para exportación, como así también para vinos chilenos, españoles y… tailandeses.

El Oro: Una bodega argentina ganó…

El Oro: Una bodega argentina ganó el mayor reconocimiento por Prácticas Sustentables en el concurso mundial de bodega

Superuco, la bodega de los hermanos Michelini, obtuvo el premio de oro en Prácticas Sustentables, otorgado por un reconocido jurado internacional para el ranking de Best Of Wine Tourism 2021.

 

Con su finca de Los Chacanes, Tunuyán, Superuco fue reconocida por la Asamblea Anual de las Grandes Capitales del Vino que elije sólo un Oro por Capital del Vino, de entre todas las categorías premiadas, y ese premio lo eleva a ganador global de su categoría.

La Great Wine Capitals es una red mundial de ciudades situadas en ambos hemisferios, que comparten valores económicos y culturales: ser regiones vitivinícolas internacionalmente reconocidas. Es la única red que incluye los llamados “Viejo” y “Nuevo” mundo del vino, y su objetivo es promover el turismo, la cultura y el intercambio comercial entre las internacionalmente reconocidas ciudades y regiones de Adelaide (Australia) Bilbao y Rioja (España), Cape Town y Cape Winelands (Sudáfrica), Burdeos (Francia), Lausanne (Suiza), Mainz y Rheinhessen (Alemania), Mendoza (Argentina) Oporto (Portugal), San Francisco y Napa Valley (Estados Unidos), Valparaiso y Casablanca (Chile) y Verona (Italia).

 

 

El Premio Global en Prácticas Sustentable y Turismo del Vino fue para los mendocinos Michelini, por su bodega Superuco, ubicada en Los Chacayes, Tunuyán. Con este reconocimiento, se transforman en un ejemplo de prácticas sustentables entre las bodegas del mundo.

 

Matías, Juan Pablo, Gerardo y Gabriel Michelini junto a su socio Daniel Sanmartino
Matías, Juan Pablo, Gerardo y Gabriel Michelini junto a su socio Daniel Sanmartino

 

Para nosotros, el premio del oro internacional a la mejor bodega de prácticas sustentables, es el reconocimiento como familia Michelini. Un aliento al trabajo de mas de 10 años en que llevamos a toda nuestra cultura vitivinícola a la investigación y la labor de prácticas orgánicas, ecológicas, sustentables y biodinámicas”, se emociona Matías Michelini, quien con sus tres Gerardo, Juampi y Gabriel, junto a Daniel Sammartino, amigo y socio, llevan adelante la premiada bodega.

La bodega ganadora, fue anfitriona de Germán Martitegui, en el proyecto que realizó durante los dos últimos veranos, cuando el reconocido chef trasladó todo su restaurante y al equipo de TEGUI hacia las viñas de Superuco.

 

Germán Martitegui, junto a Juampi y a Matías Michelini, preparando todo para montar Tegui en Superuco.
Germán Martitegui, junto a Juampi y a Matías Michelini, preparando todo para montar Tegui en Superuco.

 

Agricultura orgánica y biodinámica

En un contexto mundial, en donde la búsqueda por lo natural y lo orgánico está en la mirada de todos, los Michelini se alzan con este trofeo, más que merecido, por su continuo trabajo en el respeto a la tierra.

Este reconocimiento es una alegría enorme como familia y por supuesto que también es un logro para Argentina. Como país vitivinícola, este es un gran reconocimiento de que somos capaces de lograr un premio en sustentabilidad” cuenta con una sonrisa de felicidad Matías Michelini.

 

Los hermanos Michelini, se llevan el Oro Mundial a la sustentabilidad en bodegas.
Los hermanos Michelini, se llevan el Oro Mundial a la sustentabilidad en bodegas.

 

En Superuco, existe una huerta orgánica, que es cuidada por la familia y los trabajadores de la bodega. Es el corazón del lugar y tiene forma circular. Es hogar de plantas medicinales, como la ortiga o la milenrama, que ayudan en las prácticas biodinámicas de producción de vino. Muchas de esas hierbas son utilizadas para las infusiones de montaña “Eres”, emprendimiento llevado a cabo por dos de las mujeres de la familia Michelini. Durante la pandemia, realizaron compost y le agregaron preparados biodinámicos que ayudan a mejorar los nutrientes para la tierra.

Con los pies bien plantados

Cuando llega la vendimia, toda la familia se junta para cosechar y prensar la uva, proceso que realizan con los pies, lo que hace el proceso más artesanal y humano. Muchos de los turistas que visitan la bodega durante la vendimia, también forman parte del ritmo mágico que se escucha cuando los pies pisan las uvas.

Además, como parte de su investigación en sustentabilidad y producción orgánica, la bodega fue sede de IX Encuentro Internacional de Vitivinicultura Biodinámica, en 2019. Allí se juntaron expertos de Francia, Estados Unidos, España y Chile se debatió el tema y dictaron charlas sobre ciencias biodinámicas, y el camino hacia la sustentabilidad holística “eso que es parte del proceso de producción de lo que tantas veces nos emociona: el vino”, explica Matías..

“Este es un gran premio que se le otorga a Mendoza, a nuestra cultura vitivinícola, y a las bondades que nos da la Cordillera de los Andes, que nos hace posible este tipo de prácticas agroecológicas”, asegura Matías con orgullo.

“Alas de libertad, sin ellas nada”, es la frase que que los guío en la concepción de esta mágica bodega.

Más premios

En Mendoza, como capital del vino, también recibieron premios las bodegas: Diamandes en Restaurante y Bodega Sólo Contigo en Arquitectura y Paisajes

En la categoría de experiencias Innovadoras fueron nombradas Bodega Monteviejo junto a Wine Institute, Asociación de Sordos de Mendoza, Gilsa (Grupo de Instructores de Lengua de Señas Argentina), Reencarnaciones, experimentación artística y Topos Cultura Accesible.Servicios Relacionados: Universidad del Aconcagua (Diplomatura en Gestión de Enoturismo)

Tikal Patriota linea de orgánicos por Ernesto Catena

Tikal Natural – Ernesto Catena Vineyards

Historia, Pintura, Economía, Caballos, Computación, Biodinámica, Motos, Diseño, Fotografía, Arte… ¿Cómo conjugar todo esto en una sola persona? Pues, buscando alguien con la capacidad de transitar por todas ellas. Y si esa persona además es cuarta generación de winemakers ¿por qué no buscar los vinos que surgen de sus creencias y experiencia de vida? Seguramente algo distinto vamos a encontrar.
Entonces qué mejor que ir al encuentro de los vinos de Ernesto Catena (no confundir con Catena Zapata, bodega de su familia) aceptando la invitación especial para los miembros de Argentina Wine Bloggers a concurrir a la antigua casona de la Bodega en el barrio de Palermo.
Nadie mejor que Alvaro Baffico, su Director Comercial, que se desempeña en la empresa desde hace 13 años y la joven Sommelier Andrea Linares para explicar los detalles de la amplia gama vinos de que ofrece la bodega, muchos de los cuales pudimos catar, incluyendo una espectacular vertical de Tikal Patriota.

Se destacan por trabajar líneas de vinos orgánicos, varios de ellos de viñedos certificados y poseen un abanico de marcas que pueden desorientar un poco al consumidor, pero que se justifican por la búsqueda de Ernesto Catena de brindar un concepto y una simbología artística a cada uno de sus productos, así encontramos: Padrillos, Animal, Mara, Alma Negra, Tikal, Tahuan, Siesta…

Cada etiqueta, cada nombre, tiene una idea y un meditado diseño, que van desde los caballos (Padrillos) una de sus pasiones, el espíritu salvaje de la Argentina (Animal), la cultura Inca (Tahuan, Tikal, Siesta) hasta Alma Negra: blends no declarados para generar misterio, desafío a descubrir a partir de los sentidos.
Pero vamos a lo concreto –porque es fácil abstraerse hacia otros temas en un lugar tan especial, rodeado de objetos de arte, antigüedades y espacios- hablemos de los vinos cuya elaboración está al mando del enólogo Alejandro Kuschneroff:
Padrillos Sauvignon Blanc 2015
Esta cepa me gusta cada vez más porque voy descubriendo cuan diversos pueden ser los vinos elaborados con ella, desde la imponente ruda y frescura de algunos exponentes chilenos, hasta la delicadeza y profundidad que presenta este Padrillos, que cuando se lo sirve a la temperatura justa, ofrece un vino muy elegante. Pero vale la pena guardar algo, porque a la media hora del primer sorbo, cuando ya se pierde el frío, aparecen nuevos aromas, entre ellos los más característicos del varietal.
Mara Pinot Noir 2014 

Proveniente de Río Negro, zona ideal para esta cepa, posee una nariz suave, con la típica nota terrosa que surge en esta zona y una profundidad en boca que deleita.


Tikal 
Algo especial debe significar esta línea para Ernesto Catena, si le puso el nombre de su hijo mayor… Los Tikal Patriota que degustamos son blends de Bonarda y Malbec, pero también hay Tikal Amorío 100% Malbec, Tikal Júbilo Malbec – Cabernet Sauvignon y Tikal Natural Malbec – Syrah.
Tikal Patriota
Nuestra cata vertical de abarcó las etiquetas desde 2005 a 2008. La cosecha 2008 aparece algo despegada del resto, pero en las otras encontramos que su evolución –de una década, 16 meses en madera y posterior guarda en botella- logra un producto con un agradable e identificable bouquet común, pero al mismo tiempo cada una presenta características distintivas; como el café en la 2005 y el fino tabaco de la 2006, ésta última a mi juicio la más destacada de las cuatro por su balance nariz – boca, su estructura de taninos y su elegancia. Son cosechas que ya no se encuentran en el mercado, por lo cual no se indica su precio.




Siesta en el Tahuantinsuyu Malbec 2013
Este vino orgánico certificado (Letis – Demeter) es un buen ejemplo de cómo nuestra cepa insignia que conquistó el mercado norteamericano: con su profunda nariz dominada por las especies, vainilla y algo de violetas, una entrada dulce en boca, buenos taninos y largo final.

Para el cierre de la noche, bien acompañada con catering de Diego Gaona, la presión de los #AWB -estaban presentes también Maximiliano García, Nicolas Orsini, Diego Migliaro y Diego Pernas- se hizo sentir y Alvaro Baffico “consiguió” una botellita del ya extinguido Animal L’Orange, vino naranja blend de Chardonnay y Semillón, un blanco elaborado como tinto, macerado y fermentado con sus hollejos y embotellado en una simpática botella de medio litro con tapa corona. De tonos florales y cítricos en nariz y seco en boca, presenta carácter y mejor tomarlo bien frío, refrescante. A esperar la próxima cosecha para este verano.

Con una sonrisa en el alma, seguramente generada por una copa final de Alma Negra Blanc de Blancs, nos despedimos de nuestros anfitriones esperando volver pronto a la casa de Ernesto Catena Viñeyards o Tikal Natural, como parece ser la identificación que la bodega busca difundir como marca madre.
FUENTE _ ANGEL Y VINO

El enólogo argentino sorprendido por una danesa fanática de su vino y sus etiquetas

“El vino… ¡no sé por qué atrae de la forma que lo hace!”, pregunta Jorge Rubio, como si todavía pese a sus más de 40 años de vida de enólogo la respuesta fuera un misterio a desentrañar. Dice que a él el vino le dio todo; le dio la oportunidad de viajar y conocer otros países, de visitar otras bodegas y distintas culturas.

Y algo de misterio hay. Como lo muestra la historia de la bodega que fundó en el 2003 en General Alvear, una pequeña localidad de la provincia de Mendoza en la que se encontró con sorpresas insólitas. Como aquella vez que una mujer danesa, fanática de los vinos que la bodega exporta a su país, se confeccionó un blazer íntegramente realizado en patchwork con más de 400 etiquetas de cuero que obtuvo de las botellas del Privado, la colección de malbecs y tintos insignia del enólogo.

 

Una mujer danesa juntó 400 etiquetas de vino Privado y mandó a confeccionar un blazer íntegramente realizado en patchwork con el insólito material. 
Una mujer danesa juntó 400 etiquetas de vino Privado y mandó a confeccionar un blazer íntegramente realizado en patchwork con el insólito material.

 

Él cuenta esta anécdota desde su casa, aledaña a la bodega familiar en General Alvear. “Nuestra primera exportación fue a Dinamarca en el año 2007 y por lo visto nuestros vinos gustaron mucho”, cuenta Jorge rememorando el día en que le llegó la foto. “En cierta ocasión, en 2017, el wine shop de Copenhague que vende nuestros vinos realizó una degustación y allí se presentó una joven, luciendo un saco realizado con las etiquetas de cuero del Privado. ¡La verdad es que fue toda una sorpresa para él y para nosotros!!” cuenta.

Los inicios como entrepreneur

Sus reconocidas etiquetas de cuero, emblema de la marca y uno de los grandes atractivos a la hora de conquistar a aquellos consumidores que buscan probar un vino distinto., llamaron la atención. La singular etiqueta está labrada con el nombre de la cepa y el año de la botella: “El origen de las etiquetas de cuero fue un poco por casualidad: siempre me habían llamado la atención las etiquetas de los jeans, así que al momento de pensar en nuestra segunda etiqueta, parte por curiosidad y parte por la necesidad de diferenciarnos, nos lanzamos con la idea y resultó muy bien”, cuenta Jorge.

 

Privado: la colección insignia de tintos con sus emblemáticas etiquetas de cuero que imitan a las de los pantalones de jean.
Privado: la colección insignia de tintos con sus emblemáticas etiquetas de cuero que imitan a las de los pantalones de jean. 

 

Todo el proceso de producción del vino se realiza en la bodega familiar y esto incluye el pegado de las etiquetas, una por una, en forma manual como en los inicios.

Los vinos de la primera de sus marcas, llamada Finca Gabriel, en honor a su suegro viticultor, quien le cedió los viñedos donde cultivan las uvas propias, tienen una etiqueta de cartón con un lacito. Junto a su mujer Piky, empezaron cortando los cartones y anudándolos uno por uno.

Lo que inició como un modesto proyecto familiar, en poco tiempo creció a pasos agigantados, casi sin darles chance de internalizar la nueva realidad. “Si bien los orígenes fueron difíciles, tenía la inmensa satisfacción de hacer lo que quería”, rememora Rubio. “No nos pesaban las dificultades, ni las horas de trabajo, al estar inmersos en lo que nos gustaba hacer”. Contaron con ayuda: alquilaron una pequeña bodega para lograr su primera elaboración; sus colegas enólogos y conocidos les prestaron las bombas, los caños y las mangueras que les hacían falta y así sacaron sus primeras 20 cajas a la venta.

En el año 2006 compraron 7 hectáreas ubicadas en Ruta 143 N y Calle F, en el 2009 hicieron la primera elaboración ya en su propia bodega. Fue el primer gran logro, el que les dio la pauta de que habían comenzado un crecimiento que podía ser sostenido a lo largo del tiempo. Contaban con una nave de 30 vasijas y dos pequeñas oficinas. Hoy ya tienen cinco naves, 90 vasijas de distinta capacidad, una sala de recepción, oficinas, sala de reunión, sala de degustación, una cava para almacenar 1.500 barricas, fábrica de espumantes, salón de eventos y una fábrica de cognac.

“Desde que empecé tuvimos un crecimiento sostenido, vendiendo veinte cajas; después 50; al otro mes, 200 y a los 6 meses de iniciado ya me fui de la bodega donde yo trabajaba. Ya el cuerpo no me resistía tantas horas en dos lugares al mismo tiempo y elegí el proyecto personal”, recuerda Rubio acerca de sus inicios como entrepreneur.

Un sueño familiar

A los 45 años, después de haber trabajado desde los 18 como enólogo para una gran bodega mendocina que ya cerró sus puertas, Jorge Rubio fundó su propia bodega. Los medios de comunicación especializados, al ver que era uno de los primeros enólogos en crear sus propios vinos y manejar su propia marca, bautizaron a sus creaciones como “vinos de autor”, y así fue como decidió adoptar la designación y un poco, también, creérsela. Sin soberbia, según aclara, pero también con el noble orgullo y el asombro de quien cumplió un sueño y ve superadas sus expectativas.

 

Linea Rosé: vinos jóvenes y frescos para el verano.
Linea Rosé: vinos jóvenes y frescos para el verano. 

 

“En el año 2003, decidí hacer realidad lo que había soñado siempre, ya que, soy enólogo, el proyecto consistía en tener una marca propia de los vinos que elaboraba y el objetivo fue lograr destacarme en la presentación y comercialización”, recuerda Jorge.

En ese entonces había pocos enólogos que hacían sus vinos ellos mismos. Rubio supone que él debe haber sido uno de los primeros mientras destaca que en la actualidad hay muchos jóvenes enólogos con marcas propias o pequeñas bodegas. “Hay un enólogo y escritor español que compara a los vinos de autor con una obra de arte, con un cuadro. Está el pintor que pinta por encargo y el que puede hacer su propia creación. En los vinos es lo mismo. Nosotros hacemos un poco lo que pide el mercado pero nos damos el gusto de hacer lo que nos gusta. A mí me gustan todos mis vinos, por eso me cuesta decir cual es el mejor; son como mis hijos, los quiero a todos por igual”. Pero reconoce que el poder elaborar vinos con identidad propia fue parte de lo que contribuyó a diferenciar a la marca en el mercado, fue una estrategia de posicionamiento de marketing que resultó efectiva, tanto en el mercado nacional como en el exterior.

“Mis dos hijos trabajan conmigo: María Silvina que es la mayor y es escribana reparte su jornada entre su estudio propio y la bodega. Germán, que estudió ciencias económicas en la capital de Mendoza y a los dos años se volvió y comenzó a trabajar conmigo”, presenta y aclara: “Empezó de abajo, lavando pileta, haciendo el trabajo de un operario; después el encargado se fue y en la medida que fuimos creciendo Germán se incorporó a mi lado en la administración de la bodega”. Quien completa el cuarteto de trabajo es Gisela, la enóloga que trabaja desde hace 15 años en la creación de los nuevos vinos. “Entre los 4 vemos cómo hacemos los cortes, si incubamos los vinos o no. En ese aspecto siempre he delegado. No soy una persona que se aferra al gusto propio, escucho mucho a los jóvenes”. La fusión empresa y familia se amplió con cuando Piki, la mujer de Jorge, se jubiló y también se sumó a la bodega. Pero la influencia del grupo se extiende aun más, hacia la comunidad local. “Las empresas se enraízan al lugar, a su comunidad”, observa Jorge. “Uno comparte con la gente que trabaja un montón de horas. Las vivencias que hay no solo de lo que ocurre en la bodega sino de lo que ocurre en la vida”, observa.

Su último lanzamiento es el espumante Privado Blanc de Blancs, una nueva línea compuesta por dos espumantes de guarda elaborados con uvas 100 por ciento chardonnay del Oasis Sur mendocino con másde 30 meses de descanso sobre lías. Ya hace cuatro años que Rubio se embarcó en el proyecto de construir su propia champañera con el objetivo de elaborar vinos espumantes que transmitan la esencia de los suelos del sur mendocino y la pandemia no lo detuvo. Todo lo contrario, al ser los vinos un producto alimenticio en ningún momento su comercialización se detuvo por las medidas sanitarias de aislamiento obligatorio que se implementaron en el país a partir del 19 de marzo por el Covid-19. De hecho, la pandemia resultó en un crecimiento inusual de las ventas de vino, hasta un 68 por ciento de aumento en septiembre con respecto a agosto para la bodega, con lo cual las expectativas para la línea de espumantes, un producto estrella de las fiestas de fin de año, son optimistas.

“Solo extraño las degustaciones”

Como para todos, las celebraciones de diciembre, le resultan una incógnita. ¿Podremos reunirnos en familia a despedir el año? No lo sabemos, se extrañan los encuentros. Y entre ellos, el ritual más preciado de todo amante del vino: la cata. “Lo que más extraño en estos tiempos son los momentos compartidos en las degustaciones del equipo enológico, junto a mi hijo, donde se comparten sensaciones variadas y a la vez únicas”.

Sin embargo, la ausencia de encuentros se compensa con la presencia de nuevos proyectos, el trabajo en equipo, las ganas y la posibilidad de mejorar.

“La otra ventaja que tiene nuestra profesión es que todos los años podés mejorar y evitar volver a cometer los errores que hiciste durante la elaboración pasada. Ya estamos pensando cómo vamos a hace la próxima elaboración. Creemos que podemos tener mejores vinos, mejor color, más estructura, aromas, en definitiva poder complacer al público”, concluye. Y aclara: el rumbo no se orienta a crecer en cantidad sino en lograr mejores productos, tener más variedades y más calidad. En definitiva, a seguir disfrutando.

Saint Felicien, más de 50 años de historia

Cata de Saint Felicien cosechas 2004 y 2018 

La rica historia de una línea fundamental de Catena Zapata

Con la participación de Andrea Núñez y Ernesto Bajda, los Argentinos Wine Bloggers volvimos a ofrecer un nuevo #EncuentrosAWB virtual en el que no solo catamos dos añadas de Saint Felicien sino que, lo más importante, recorrimos su fructífera historia.  

Cuando se pregunta quién es el enólogo de Catena Zapata, la respuesta que se obtiene es Alejandro Vigil; pero quienes hemos visitado la bodega y la conocemos un poquito por dentro sabemos que junto a él hay un terrible equipo, en el cual es fundamental Ernesto (Nesti) Bajda, que entró a trabajar allí luego de haber hecho unas prácticas y recibirse de ingeniero agrónomo en diciembre de 2002, en la época que estaban Marcheschi y el Colo Sejanovich.

Por eso fue lindo saber que quien iba a contarnos la historia de Saint Felicien sería Nesti, porque además es bien sabido de su buen humor y carisma. Y él también se mostró entusiasmado: me gustó mucho la idea de hablar de Saint Felicien porque representa lo que somos ya que esta líneaen palabras propias de Nicolás Catena a quién consulté previamente para obtener datos, fue el puntapié inicial de todo lo que es Catena Zapata hoy;  incluso también para la vitivinicultura Argentina”.

La historia de Catena Zapata y Saint Felicien

El inmigrante italiano Nicola Catena plantó uvas de Bonarda y Criolla en 1902 en finca La Libertad del Este mendocino. Luego, fue su hijo Domingo Vicente Catena (de dónde viene el nombre de la etiqueta D.V. Catena) el primero en enamorarse de la uva francesa, el Malbec con el cual hacía un vino mezcla con Petit Verdot llamado “corte Buenos Aires” y, en una época en que se mandaba mucho vino a granel, el tinto Buenos Aires iba en barricas.

En 1963 nace la marca Saint Felicien y según recuerda Nicolás Catena el vino se elaboró con uvas Cabernet Sauvignon un poco del viñedo La Vendimia en Rivadavia, buena parte del viñedo Angélica en Lunlunta y otro poco de un viñedo de terceros del Valle de Uco.

En esa época Domingo Vicente empieza a hacerse cargo de la bodega, los vinos se hacían en toneles, era raro separar en varietal, incluso se mezclaban las cosechas y luego se hacían cortes de toneles. Ahí es cuando Nicolás empieza a probar vinos del mundo en Estados Unidos y se propone hacer vinos de esa talla.

Saint Felicien fue la primera etiqueta argentina que nombra el varietal en la misma, idea que Nicolás tomo de los norteamericanos. En 1982 se produce lo que en Catena llaman “la primera revolución“: Nicolás conoce a Robert Mondavi y comprende la importancia del uso de la tecnología tanto en el viñedo como en la bodega, las barricas, el acero inoxidable, etc. Fue Bodega Esmeralda la primera en tener tanques de acero inoxidable, porque hasta ese entonces era el vino se elaboraba bajo una escuela oxidativa.

 

En 1990 Catena sale al mundo y lanza sus vinos de exportación, con la marca Catena, que en su origen son las mismas uvas que están en Saint Felicien. La segunda revolución es ir hacia la altitud y finalmente, a fines de los 90 y a principios del 2000, Laura Catena empieza a orientar hacia la investigación científica.

El nombre Saint Felicien es porque entonces lo común era elegir nombres franceses y en homenaje a un amigo de Nicolás llamado Feliciano, que fue uno de los que más lo alentó hacer vinos de alta gama.

La modernidad de Saint Felicien

La cosecha 2004 empieza marcar el inicio de nueva etapa -influenciados por la segunda revolución de Catena- que representa más la primera zona de Mendoza, sumado al Valle de Uco.

Saint Felicien es la marca más tradicional de la familia pero a su vez una de las más disruptivas, en la cual se hacen cosas de experimentación que luego se elevan a gamas más altas, como fueron los vinos orgánicos, fume blanc, rosado o doux.

 

También, entre otras acciones, como vinos de ediciones de homenaje, se realizó un concurso de etiquetas en el museo Nacional de Bellas Artes que fue ganado por Clorindo Testa.

 

El estilo Saint Felicien

“Para respetar su historia en San Felicien permitimos, o incluso podríamos decir que nos obligamos, a que tenga bastante pirazina. Queremos que esté la pirazina, que sea más simple, más clásico. Si quiero especiado voy por D.V. o Angélica. También tratamos de trabajar lo más natural posible, volviendo al origen, como las uvas se manejaban antes”, explica Bajda.

 

“En cuanto el añejamiento, si se lo hace bien, el Cabernet Sauvignon está condenado al éxito. El mundo lo sabe eso. No es como con el Malbec que todos estamos tratando de entender hacia dónde va en ese sentido”.

“Somos uno de los pocos lugares del mundo donde hay Cabernet Sauvignon de zonas frías, y eso es porque acá la uva está 20 a 25 días más de tiempo en la planta que en otras zonas del mundo y es mayor la intensidad lumínica, lo que hace más fácil controlar los excesos de pirazinas”. 

“Nuestra tarea hoy es conocer mucho mejor lo que nos da cada zona, ser consistentes. En el mundo conocen el vino argentino un 70% gracias al Malbec, pero el otro 30% es lograr intensidad, perfume, aromas, suavidad y seguir buscando…”. El éxito de nuestros vinos pasa por lograr sorprender cada día a esos consumidores”.